Escritos

Templo Filial

Hola, soy el majestuoso Templo Filial, una joya histórica que […]

Hola, soy el majestuoso Templo Filial, una joya histórica que guarda en mis muros siglos de fe y comunidad. Si te acercas, puedo contarte historias que han resistido la prueba del tiempo… Toma asiento, que hoy te contaré detalles que no conocías:

En una mañana llena de promesas y con el deseo de conectar con las raíces del municipio, me dispongo a compartir mi historia. Fui erigido en 1812 como el templo parroquial original de Granada, un punto de encuentro para los primeros pobladores de esta tierra fértil y prometedora.

Mi historia comenzó en un lugar estratégico, donde Granada empezó a crecer desde la vereda Vahos. En aquel entonces, este sitio era más alto y seco, ideal para establecer una comunidad próspera; fui construido con la esperanza y la devoción de aquellos que buscaban un lugar para rendir culto y unir fuerzas en tiempos de adversidad.

Por esto, en 1822, recibí la bendición del padre Ramón María Gómez Hoyos, un hombre cuya fe y liderazgo fueron fundamentales en mis primeros años. Con el tiempo, fui eclipsado por mi compañera, que sé que también narrará su historia, la “iglesia de arriba” en 1940, pero mi importancia en la historia y la fe de esta comunidad sigue resonando profundamente.

Le cuento compañero lector que a lo largo de los años he sido testigo de muchas transformaciones. Por ejemplo, en 1871, bajo la guía del padre Clemente Giraldo, experimenté una renovación significativa, un ingeniero experto en templos me dotó de un frontis románico, añadiendo majestuosidad y solemnidad a mi estructura.

Y es que soy una estructura que ha sido reconocida como patrimonio histórico y arquitectónico del Departamento de Antioquia. Mis características estructurales, construidas con varilla, bahareque y caballetes en madera, son testimonio de la habilidad y la dedicación de aquellos que me erigieron en el siglo XIX. Desde mis inicios, he sido más que un lugar de culto; marqué el inicio de la expansión urbanística del municipio entre los años 1880 y 1890. Fui un imán para oficinas administrativas y nuevos habitantes que poblaron esta localidad, formando un núcleo alrededor de mi presencia.

Dentro de mis paredes residen tesoros religiosos y culturales que han nutrido el espíritu de la comunidad católica. La imagen del Nazareno, generosamente donada por la colonia granadina en Manizales, además dentro de mis paredes, albergo imágenes sagradas como la de Santa Bárbara, patrona de esta iglesia; mis campanas y el reloj, traídos desde Honda, Tolima, fueron gestiones del padre Clemente Giraldo para embellecer aún más mi presencia. Estos son ejemplos vivos de la profunda devoción y conexión espiritual que he fomentado a lo largo de los años. 

El frontis tallado en madera, es una obra de arte donada por Merceditas Tamayo de Yepes, una de las figuras más destacadas en la historia de Granada. Las columnas de madera del templo, cortadas de árboles de la plaza principal, añaden un toque rústico y tradicional a la estructura.

Pero… ¿Sabes algo? Soy más que un edificio de piedra y cal; soy un símbolo vivo de la historia y la cultura de esta tierra. Es que para los granadinos yo, el Templo Filial, soy más que una edificación; soy el corazón de su fe y cultura. La religión ha sido siempre una parte integral de sus vidas, y asistir a misa es un acto sagrado que ha unido a las familias durante generaciones; abuelos, padres, hijos y nietos han caminado por mis pasillos, elevando sus oraciones y encontrando consuelo en mis muros. Los templos, como yo, han sido pilares en la historia del municipio, marcando el desarrollo y la expansión urbanística de Granada. Hemos sido testigos de su crecimiento, de su lucha y de su prosperidad.

En la vida cotidiana, los templos como el mío son lugares de encuentro, reflexión y celebración. Somos el escenario de rituales que fortalecen la identidad cultural de la comunidad, desde bautizos y matrimonios hasta procesiones y misas dominicales. No puedo evitar sentir miedo de que esta hermosa tradición se desvanezca con el tiempo, por esto es vital que las futuras generaciones mantengan viva esta herencia espiritual, que sigan viniendo a mis puertas con devoción y respeto, para que el alma de Granada continúe vibrando con la misma intensidad que siempre lo ha hecho. La preservación de estos templos no solo es crucial para la fe, sino también para la identidad cultural y la historia compartida de nuestra comunidad.

Invito a todos los colombianos a visitarme, a aprender de nuestra historia y a compartir la devoción que ha unido a generaciones en torno a esta obra de fe y comunidad. Por eso te digo que mi historia es un vínculo tangible con la fe y la cultura de esta tierra, un legado que traspasa generaciones y enriquece el alma de quienes me visitan.

Antes de finalizar, quiero que sepan que hoy en día, las hermanas Siervas del Santísimo Sacramento cuidan de mí con amor y devoción. Mi cripta alberga los restos del padre Clemente Giraldo y otros sacerdotes ilustres que han dejado huella en la historia de Granada.

Así concluyo mi crónica, esperando que todos los granadinos y visitantes valoren y respeten este tesoro histórico. Los espero para descubrir juntos mi belleza patrimonial que ha sido testigo de tantos momentos significativos en la historia del municipio de Granada.